Tiempos peligrosos
Opinión
El admirado Macario Schettino ha explicado con clarividencia que ante una gran confusión de la nueva forma de entender el mundo gracias (o a pesar) de las nuevas tecnologías de la información, ganan terreno los discursos simplones, de buenos y malos, de derechas e izquierdas, de pasado glorioso y presente ominoso, de blancos o negros sin matiz alguno.
Ello ha llevado al poder a figuras como Putin, Erdogan, Bukele, Milei, Trump y López Obrador, que aun en órbitas distintas tienen en común el populismo de las promesas incumplibles y de las mentiras creíbles.
En Rusia, millones de personas añoran el mito de la gloria soviética, mientras que en Estados Unidos la balanza se inclinó por el viejo Tío Sam, amo del mundo y redentor de las (supuestas) mejores causas. Pero paradójicamente, los mandatarios ya no son los enemigos de la Guerra Fría, sino aliados de la cruzada antieuropea, con China convertido en el nuevo enemigo común.
Lo que pasó este viernes en la Casa Blanca fue alucinante: una agria pelea televisada entre el líder de una nación invadida -Ucrania- y el presidente del imperio, que ha decidido aliarse con su otrora enemigo histórico y decirle al mundo que es tiempo de tiranías y no de democracias.
Se tambalea la vieja alianza atlántica que surgió en contra del Este, lo que hará que las naciones europeas se reagrupen y se olviden del soporte económico y militar que América del Norte ha proveído en los últimos 80 años.
El mismo Trump que quiere apropiarse de Groenlandia y hasta de Canadá, acepta el putinismo que se agandalló Crimea y quieres seguir expandiéndose. Sí, el mismo Putin que le ayudó a llegar al poder por primera vez hace 4 años. La devolución del favor incluye el despropósito de darle la espalda a Zelensky por considerarlo un “dictador” y hasta por culparlo de haber iniciado la guerra hace 3 años. Vaya desfachatez.
El mismo Trump que pende la espada arancelaria de Damocles sobre un México que parece descolocado, merced a la herencia maldita de otro loco, que en los últimos 6 años entregó al país azteca al crimen organizado, culpable único según el magnate, de las adicciones narcóticas de millones de estadounidenses.
Vaya panorama del mundo de la postverdad, en que muchos creen que Vladímir Putin es comunista y Zelensky nazista, que Donald Trump actúa como patriota, y que Claudia Sheinbaum se ha comportado como una estadista genial simplemente porque no ha sido maltratada en público como otros mandatarios del mundo.
Por el momento, vale la pena recordar la verdad, que cada vez se diluye más en redes sociales y en medios tradicionales cómplices del despropósito: Rusia invadió a Ucrania en 2022, aunque en Washington se diga lo contrario y Trump es un delincuente convicto que desprecia el orden legal y las instituciones democráticas.
Mientras tanto, en México hay quienes se creen los cuentos de que el único villano vive en la Casa Blanca y que la hoz y el martillo -símbolo que tanto gusta a la falsa izquierda de la 4T- ondea en el Kremlin de Moscú.
Y por cierto, tan falso es que Zelensky inició el conflicto allá, como que las cosas mejoran acá. ¿Por qué creerles a quienes negarán hasta la ignominia que durante los últimos 3 años en México han muerto violentamente más seres humanos que en todo el conflicto bélico ucraniano?